CUATRO AÑOS DESPUÉS…
Empezamos con miedo, sin saber qué esperar. No sabíamos como iba a funcionar el nuevo sistema; “¿Cómo serán los nuevos profesores?” pensábamos, “¿Nos pondrán muchos deberes?”, “¿Tendremos tiempo para estar con nuestros amigos?”. Luego de cuatro años viviendo la experiencia, creo que tenemos la suficiente experiencia para contestar a esta serie de preguntas.
Nos dimos cuenta de que, como todo, el instituto tenía sus partes buenas y sus partes malas. Entre el instituto y los deberes y el estudio, el tiempo para estar con los amigos, se redujo mucho; Los profesores eran diferentes, algunos eran de nuestra simpatía, otros eran unos verdaderos villanos pero aunque nosotros pensáramos que solo nos querían suspender, sólo querían ayudar.
Sin darnos cuenta, fuimos madurando y empezamos a entender y tener claras nuestras prioridades y obligaciones. También, reforzamos el lazo con nuestros amigos, y creamos amistades nuevas. Claramente, ampliamos nuestros conocimientos, y aunque nos parezca imposible, ahora mismo, sabemos muchísimo más que hace cuatro años.
Fueron simplemente cuatro años, cuatro años que nos hicieron reflexionar, madurar, crecer como personas, y poco a poco saber quiénes somos. Pero, ¿Quién dijo que aun hoy, con cuatro años de experiencia y casi terminando este ciclo, no seguimos haciendo las mismas tonterías que molestan tanto a los profesores? Podríamos poner por ejemplo, en nuestras clases de castellano, cuando estamos hablando y haciendo barullo constantemente, (cosa que pone de los nervios a la profesora) pero… cuando llega el momento en el que todos tenemos que responder, en la clase no se oye ni el zumbido de una mosca.
En conclusión, cuatro años han pasado ya, y el fin del instituto se acerca; El año que viene no seremos los mismos, ni será lo mismo. Pero, al menos para mi, ha sido una etapa de muchos cambios, no solo como estudiante sino también como persona, y pienso que ha ido muy satisfactoria.
Empezamos con miedo, sin saber qué esperar. No sabíamos como iba a funcionar el nuevo sistema; “¿Cómo serán los nuevos profesores?” pensábamos, “¿Nos pondrán muchos deberes?”, “¿Tendremos tiempo para estar con nuestros amigos?”. Luego de cuatro años viviendo la experiencia, creo que tenemos la suficiente experiencia para contestar a esta serie de preguntas.
Nos dimos cuenta de que, como todo, el instituto tenía sus partes buenas y sus partes malas. Entre el instituto y los deberes y el estudio, el tiempo para estar con los amigos, se redujo mucho; Los profesores eran diferentes, algunos eran de nuestra simpatía, otros eran unos verdaderos villanos pero aunque nosotros pensáramos que solo nos querían suspender, sólo querían ayudar.
Sin darnos cuenta, fuimos madurando y empezamos a entender y tener claras nuestras prioridades y obligaciones. También, reforzamos el lazo con nuestros amigos, y creamos amistades nuevas. Claramente, ampliamos nuestros conocimientos, y aunque nos parezca imposible, ahora mismo, sabemos muchísimo más que hace cuatro años.
Fueron simplemente cuatro años, cuatro años que nos hicieron reflexionar, madurar, crecer como personas, y poco a poco saber quiénes somos. Pero, ¿Quién dijo que aun hoy, con cuatro años de experiencia y casi terminando este ciclo, no seguimos haciendo las mismas tonterías que molestan tanto a los profesores? Podríamos poner por ejemplo, en nuestras clases de castellano, cuando estamos hablando y haciendo barullo constantemente, (cosa que pone de los nervios a la profesora) pero… cuando llega el momento en el que todos tenemos que responder, en la clase no se oye ni el zumbido de una mosca.
En conclusión, cuatro años han pasado ya, y el fin del instituto se acerca; El año que viene no seremos los mismos, ni será lo mismo. Pero, al menos para mi, ha sido una etapa de muchos cambios, no solo como estudiante sino también como persona, y pienso que ha ido muy satisfactoria.